A EXPLOTAR A OTRA PARTE....
La Serranía de Santurbán, en Santander, se encuentra en el centro del debate sobre los efectos de la explotación minera en el país. Lo que está de fondo es una puja entre el desarrollo minero energético, materializado por el presidente Santos como una de las locomotoras de la economía, y la riqueza natural y biodiversa de Colombia. Dos posturas legítimas que se contraponen y sobre las que el mismo Presidente se ha referido como la gran pregunta que se hace el mundo: ¿Cómo conciliar estas dos miradas sobre el planeta? La una propone que a pesar de los efectos ambientales es mayor el beneficio y el progreso, y la otra asume que el irreversible daño que causan estos proyectos dejará a un país desértico y raído.
A unas pocas horas de Bucaramanga, por la carretera que de Santander conduce al Norte de Santander, se encuentra la Serranía de Santurbán, de 92 mil hectáreas, que se entrelaza con el cielo, un banco de niebla donde nace el agua que alimenta algunas zonas de los dos departamentos. Allí la explotación de oro es una práctica antigua. Desde la Colonia, estas montañas han sido escarbadas para sacar el precioso mineral, pero ellas se niegan y lo guardan en sus entrañas. Tan sólo pequeñas cantidades son expulsadas a través de las corrientes internas de la tierra y van a parar en los ríos que se forman en la falda de la montaña.
Desde la mitad de la década de los 90 empezó el boom de las transnacionales mineras. Muchas fueron las compañías que pusieron el ojo en Santander, entre esas la poderosa Greystar Resources Ltd. Una multinacional canadiense de la cual la Corporación Financiera Internacional (ICF, en inglés), agencia del Banco Mundial que invierte en proyectos privados, es el mayor accionista, con el 11%, así como el JP Morgan, uno de los bancos más grandes del mundo.
En uno de los picos de esta serranía, a 3.900 metros de altura, la Greystar clavó la bandera y lo bautizó Proyecto de Angostura. Hoy, esta compañía está a la espera de que el Ministerio de Medio Ambiente le otorgue la licencia ambiental que permitiría empezar la etapa de explotación, la cual duraría hasta 2025, pero los movimientos ambientalistas han puesto el grito en el cielo y hasta el procurador Alejandro Ordóñez, hace dos días, sentó su posición, al pedirle al Ministerio de Ambiente estudiar la posibilidad de no otorgara la licencia, a pesar de que el nuevo código minero prohibió la minería de alta montaña, este marco normativo no aplica para el Proyecto de Angostura, ya que cuando se otorgó no existía ninguna prohibición al respecto.
Impacto social
No cabe duda de que proyectos como estos benefician a una gran cantidad de personas. Que los habitantes de Suratá, de California y de Vetas, por mencionar algunos de los centros donde se vive la fiebre del oro, están en pro de la minería, a cielo abierto o de cualquier forma. Especialmente si han sido beneficiados con alguno de los proyectos de responsabilidad social de los que las compañias mineras suelen promover en sus áreas de influencia para mitigar de alguna manera el impacto causado por su actividad.
“Desde que llegaron las compañías, la vida aquí cambió. ellas compraron tierras muy por encima del valor comercial, construyeron centros de salud, escuelas, recebaron las trochas. Todo lo que el Estado colombiano no había hecho en años. Sustituyeron al gobierno. Ocuparon ese lugar que estaba vacío por años de abandono”, explica un poblador de California, con ese brillo que sale de los ojos de los que alguna vez fueron mineros artesanales, campesinos de pancoger, rebuscadores, y que hoy conocen muy bien la tasa representativa del dólar, y sus cifras ya dejaron de tener tres ceros a la izquierda para manejar números astronómicos.
“La fiebre del oro ha traído muchas compañías, la Greystar es sólo una. El problema es que qué va a pasar cuando ellos saquen el oro y se vayan. ¿Qué va a hacer la gente?”, se pregunta Maribel, profesora de Suratá, y advierte que los índices de deserción escolar en los últimos grados han aumentado en los últimos años en que la minería ha cogido mayor fuerza. Incluso, advierte que se han presentado casos de embarazos en niñas por parte de los ingenieros. Pero Greystar tiene claro que por allí vendrá el ataque y ha implementado una serie de programas de gestión social en capacitación ambiental y académica de pobladores de la región. Hoy tiene cerca de 100 empleados y plantea que subirán a 1.500.
La llegada de estas mineras también ha disparado el costo de vida en estos municipios, los arriendos subieron dos y tres veces y la comida también. Muchas familias se están alistando para arrendar sus casas y buscar para dónde coger. “La prostitución y los billares se han multiplicado”, explica otra habitante que creció andando en estos montes y suelta una pregunta: “¿Qué dirían los páramos si pudiéramos oírlos?”.
Por otra parte, están los mineros tradicionales, aquellos que aprendieron el oficio de sus padres y sus abuelos. Ellos se apostan en las orillas de los ríos, barequean en busca del ansiado brillo metidos en las frías quebradas, caban huecos en las montañas de día y de noche, para ellos, el negocio está a punto de desaparecer. Según cuentan las autoridades ambientales, los persiguen los daños que producen, “pero lo que nosotros hacemos es un daño menor comparado con lo que hacen las grandes empresas”, reclama Lendi García Garcia, un minero tradicional que tiene una cooperativa de pequeños mineros en la zona de La Baja.
“Las multinacionales van comprando todos los terrenos, porque no quieren tener a nadie aquí. Eso ha desatado una competencia tremenda entre ellas, y por eso la minería tradicional, el oficio que nos enseñaron los puros viejos tiende a desaparecer. Además, los jóvenes ya no quieren sino trabajar en las empresas. Pero el día que se acabe el oro y ellos se vayan de California, qué va a quedar: un solo desierto”, sostiene Lendi con rostro de indignación.
La empresa canadiense GreyStar retirará el proyecto de exploración minera de oro en el Páramo de Santurbán en Santander. La decisión fue anunciada este jueves por el ministro de Minas, Carlos Rodado, quien afirmó que había recibido una llamada del presidente de la compañía, Steve Kesler, anunciándole el desistimiento de sus solicitudes ante INGEOMINAS y el Ministerio de Medio Ambiente para darle luz verde al proyecto.
Durante los últimos tres meses el proyecto de Angostura había sido protagonista de un encendido debate que tenía enfrentada a parte de la industria minera y empresarial con un amplio sector de la población de Bucaramanga y los ambientalistas del país. La empresa calculaba extraer de la zona 16 toneladas anuales de oro, lo cual representaría hoy una tercera parte de la producción anual del país.
La compañía estaba pidiendo autorización de las autoridades ambientales para extraer oro en 1.100 hectáreas de la serranía de Santurbán, de las cuales más de la mitad podrían estar en zonas de páramo, clave para el suministro de agua de Bucaramanga y sus alrededores. Por el alto valor de estos ecosistemas -que es donde se produce el 70 por ciento del agua del país- y porque el Código Minero prohibió la explotación en estas zonas, la iniciativa de GreyStar levantó una fuerte oposición. La última audiencia pública que se realizó en Bucaramanga sobre el tema tuvo que ser suspendida porque el debate terminó en disturbios luego de cuatro horas de gritos, insultos y botellazos.
El presidente Santos dijo durante la visita de Al Gore, ex vicepresidente de Estados Unidos y premio Nobel de Paz por su trabajo en cambio climático, que quería enviar una señal clara y contundente. Dijo que “en Colombia, el título que otorga un derecho para la exploración minera no concede automáticamente el derecho a la explotación”. El presidente hizo énfasis en que este era un derecho condicionado a la obtención de la licencia ambiental. Esta era exactamente la situación jurídica en la que se encontraba GreyStar.
Reacciones
La noticia tomó por sorpresa a los habitantes de Vetas y California, los dos municipios santandereanos en donde se desarrolla el proyecto. “La situación va a ser caótica. Casi la mitad de la población trabaja hoy para GreyStar y hay otras cuatro multinacionales desarrollando proyectos mineros en los municipios”, señala Esteban Arias, alcalde de Vetas. El mandatario hizo también un pedido al Gobierno para que no abandone la zona y regule la explotación minera que se desarrolla allí desde tiempos de la colonia.
Por otra parte, quienes se oponían al proyecto consideran que este es un gran triunfo del movimiento social que se dio por la protección del páramo. “GreyStar seguramente se dio cuenta de que había cometido un error al diseñar el proyecto solo con criterios de ingeniería y no de medio ambiente. Y era claro que el bien particular no podía primar sobre el interés colectivo que representa el páramo”, concluye la exministra de Medio Ambiente Cecilia Rodríguez.
www.colarebo.wordpress.com/.../greystar-retirara-el-proyecto-minero-en-el- paramo-de-santurban/
www.elespectador.com/.../articuloimpreso-241885-fiebre-del-oro-santurban